Ayer, en el programa Pasión en Sevilla de Sevilla TV plantearon el tema de las restauraciones, ¿hasta donde deben llegar las restauraciones de las imagenes de Semana Santa?
El tema es interesante y mas después de ver lo que ha ocurrido en Salamanca.
El programa llevo a dos restauradores profesionales, uno era cofrade y el otro no. Ambos coincidieron en que no existe un limite en una restauración, si no que es la propia obra la que determina el limite. Pero, una vez puestos de acuerdo en este aspecto, no coincidían en el resultado final.
Para el no cofrade, que entiende la imagen como una obra de arte mas, el limite estaba en sacar a la luz la realidad de la obra, es decir sacar el espíritu que el artista tubo en el momento de la concepción de la obra, respetando lo desaparecido y por supuesto los colores originales de la obra.
Para el cofrade, sin embargo el limite estaba en no modificar en demasía el color actual de la obra, sino en parar el deterioro que sufre la obra y limpiar la obra hasta un punto en que no variemos lo que siempre hemos conocido.
Viendo esto, es ahora cuando por fin tengo la explicación palpable de lo ocurrido en las últimas restauraciones sufridas en las imagenes de la Vera Cruz. El caso de la imagen de San Juan y sobre todo el de la Virgen de la Alegría. Los autores de la restauración, no cofrades y exclusivamente “profesionales restauradores”, pasando olimpicamente de las sugerencias que les indico la Cofradía, en las que les rogaban que la imagen quedara lo mas natural posible, pues aunque obras de arte, son obras devocionales, sacaron los colores originales de la obra, dejando ambas de un blanco inmaculado para el rostro y manos e incluso en un principio dejando a San Juan sin alguno de sus apéndices dactilares ya que estos habían desaparecido y no estaban dispuestos a implantar nada moderno a la obra.
Puedo entender su postura, pero no la comparto, ya que una cosa es restaurar una obra de museo y otra muy distinta restaurar una imagen pasionista o pasional, en la que mucha gente tiene depositada su fe o su devoción.
El color original de ambas obras, por supuesto que es blanquecino, esto tiene una explicación muy lógica y es que en la época en la que se realizaron no existía la luz eléctrica, las iglesias eran muy oscuras y solo estaban iluminadas por velas lo que hacia necesario hacer las imagenes muy claras de tez para que pudieran ser vistas por los devotos, lo mismo ocurría con las calles cuando estas imagenes procesionaban y era necesario este color blanquecino. Pero ahora, que a todas les ponemos unos focos eléctricos lo que conseguimos es que parezcan fantasmas.
En resumen, si hay que restaurar una imagen devocional, lo principal es buscar un restaurador profesional que además sea cofrade, para que entienda lo que la cofradía quiere. Si esto no fuese posible, habrá que estar muy encima del restaurador para que no sobre pase los limites, pongamos como ejemplo la restauración del Gran Poder donde los hermanos Cruz Solis han rejuvenecido la imagen sin llegar a modificar lo que han visto las generaciones actuales.
4 comentarios:
Para gustos, los colores. Eso es lo que nos pasa, que no todos tenemos los mismos criterios ni puntos de vista.
Los cofrades defenderemos siempre una opinión subjetiva con argumentos que a los expertos pueden resultar heréticos. Mientras que para nosotros, los auténticos herejes serán quienes no vean lo que hay detrás de la propia imagen. ¿Dónde está el término medio? Yo lo desconozco.
Un saludo,
Luis Santos
De acuerdo con los dos. Es un tema complicado. Yo recuerdo nuestro Cristo de la Agonía en la noche del Martes Santo precioso, con el dorado de un barniz oxidado de siglos, cirios y devociones. Nos lo devolvieron blanquecino e inmaculado, supongo que tal cual saliese de la gubia de su autor, aunque esas policromías tan mortecinas.... no sé yo, habría mucho que hablar. Pero en cualquier caso, no es el mismo. Y a veces, cuando lo miro, pienso en aquel otro Cristo que yo conocí en mis primeras procesiones, que aún me pellizca el estómago.
Quizá dentro de tres siglos, los cofrades de entonces lleguen a contemplarlo como yo lo conocí, y no haya un restaurador dispuesto a blanquearlo.
Un abrazo.
Un abrazo.
Por supuesto que el tema es complicado y es, usando terminos matemáticos un bucle infinito, es decir indefinido y sin solución.
Estoy de acuerdo con que el limite de la restauración debe de estar en el punto en el que guste a todos, a devotos y a "expertos" pero no a lo que algunos han hecho. Solo me queda un consuelo y es que estos "expertos" no volveran a tocar una imagén de mi Hermandad, y a mi entender ni de algunas otras.
El Gran Poder es una de arte, la Macarena también y el Doctrinos y La Virgen de la Alegria, todas las imagenes lo son, pero también son algo más, le pese a quien le pese y quien esta en el mundo de la restauración debe entender que lo que ellos ven como un trozo de madera tallada hace trescientos años otros lo vemos como algo nuestro y que no nos gusta que nos lo cambién por mucho que lo digan no se que criterios artisticos o reglas de restauración, es decir, deberian de mostrar un poco mas de respeto hacia la "obra de arte".
Saludos.
Totalmente de acuerdo contigo. No se pueden restaurar las imágenes pensando que son armarios. No se hicieron para ello, no son eso, no se pueden tratar así. Ni más ni menos. Eso sí, hay hermandades que se hacen respetar y otras no. Y de momento, en el Norte, no nos hacemos respetar. Y en Sevilla, algunas tampoco.
Un abrazo.
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