Falta una Semana y ya empiezan a florecer los nervios en mi interior. Dentro de una Semana El Cristo de mis desvelos saldrá a la calle y toda la ciudadanía contemplará su dulce fallecimiento.
Pero no será una salida más, sera la primera vez que me visto con el hábito de la Vera Cruz y no este llevando sobre mis hombros a Dios hecho Hombre en el momento de su muerte, será la primera vez que le acompañe y no sienta su liviano peso, pues nunca he sentido el peso de su imagen sino que siempre he sentido mi cansancio, mi falta de fuerza física que siempre Él ha suplido con sus ánimos y sobre todo con su amor a lo largo de estos años en los que le he conocido y le he hablado de mis inquietudes, de mis padecimientos particulares.
Aún recuerdo la primera vez que ayudado por unos hermanos le descendimos de su lugar habitual en la Capilla, de como un hermano me dijo, “toma este trapo y limpia el polvo que se le ha ido acumulando”. Lo hice muy despacio, muy suave, con mucho respeto, con miedo a dañar la imagen.
En ese momento aprecie su dulzura de rostro, su color blanquecino, y desde ese momento comprendí por qué había decidido realmente pertenecer a esta Hermandad, yo creía que el motivo había sido otro, tal y como expongo en la revista que este año publica la Cofradía, pero no realmente fue Él el que me llamo, de una forma curiosa, si, pero Él sabía a ciencia cierta que era al único que todos los años le veía salir y entrar en su Casa.
Desde ese año, nunca he faltado a ese día en el que la Cofradía lo baja y lo coloca en sus andas procesionales, y siempre he intentado coger el trapo y limpiarle el polvo acumulado, ese momento me es muy especial, y Él sabe que lo hago con todo el cariño del mundo. Además este año recordaremos juntos el viaje en el interior del camión hasta la Exposición Lignun Crucis, en que brilló como nunca enfrente de mi otra devoción “La Dolorosa”, esa Madre desfallecida ante la muerte de su Hijo.
Por eso este año será especial, no estaré debajo de su paso, junto a la Cruz, pero cuando coja la Bandera de la Cofradía y me disponga a salir por la puerta mi última mirada será para Él y en ese momento me dirá,” adelante, camina que yo estoy aquí y te siento como si estuvieras debajo, que tu plaza es ocupada por otro Hermano que siente lo mismo que tu sientes y también necesita sentirme sobre su hombro ”.
4 comentarios:
Qué hermosos sentimientos, Iacobus. Ese mismo Cristo, que yo nunca he sentido sobre mis hombros, es el que cada Sábado de Dolores iba con mi abuela a ver bajar de su pared para subir a su carroza. El de los cardos y la calavera. El tuyo y el mío. El nuestro.
Este Cristo que siempre me acompaña en mi cartera y en mi movil me ha dado mucho y nunca me ha pedido nada.
A él le debo mucho, pero lo mas importante que me ha dado ha sido el haber conocido a un grupo de personas que luchan con fé por lo que creen y eso me ha servido para aprender lo realmente importante, !las personas!. No la Cofradía o la Semana Santa, sino las personas que forman esta pequeña familia, esas que siempre estan y que poco a poco van haciendo que esto funcione y que hasta la fecha han salido airosos de las distintas dificultades y que sembrando Amor recogen cosechas de Felicidad al ver como cada año mas personas se acercan por la sede para inscribirse como Hermanos de la Vera Cruz.
Personas como tú, Rober, Jesus, Alvarito,Espe, Ramón,"El Aspirino" o Fernandito o Luis o Alfredo , son lo mas importante que Nuestro Cristo me ha dado y por lo que siempre le estaré agradecido.
Este comentario no es mio, sino de un amigo que no ha podido colgarlo aquí y me lo ha hecho llegar por otro lado:
"Pues lo hizo.
El tio amenazó con volver a limpiar el polvo acumulado y lo hizo.
Habia 20 personas esperando para subirlo al paso, pero no dejé que se acercara nadie. Quería que disfrutase el momento.
Una vez subido arriba me fije y el Cristo brillaba más y me acordé de él, aunque ya no estaba. Gracias, tio."
DOCTRINOS.
Gracias por dejarme ese momento.
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